Flotando en mi pentagrama, los pekesitos musicales se han esmerado más que nunca en aprender alrededor de 3 canciones nuevas por semana y muy feliz he escuchado los resultados dentro de una oración muy especial. Es indescriptible la alegría que me ha dado escuchar a mi orquestita que cada día suena más bonito.
En el arcoiris de las sillas pequeñitas, he descubierto muchos amorcitos de distintos colores y texturas y todos son igual de lindos, aunque algunos muy celosos ¡jijiji! el más pequeñito ha descubierto un mundo de ternura y entre sílabas que pronto serán palabras me ha robado más de una sonrisa.
Al vacío que dejó mi tabladita no lo llena nada y en verdad extraño demasiado a mis futuras científicas, pero en cuanto termine este período de adaptación volveré, pero con energías renovadas y seguiremos cantando y bailando hasta que se sienta el aroma de los anticuchos en el parque y salgamos a disfrutar del olor especial del sábado por la noche. ¡Yo quiero subir mis cerritos, llenarme los zapatos de tierra y abrazar a mis niñitas, mientras vemos como se viste de luz cada cerro y sentir que las estrellas del cielo cayeron para disfrazar de magia la humildad y la pobreza!
Y esta nebulosa, se encuentra cada día menos densa, pero hoy me atrapó un fluido turbulento y muy viscoso que me condujo a un valle donde llovió por 10 minutos. Encontré un puente de fuerzas, que vencieron la fricción desordenada característica de mi posición actual y me condujo a un bosque donde diviso a lo lejos una luz.
Sé que estás ahí. Por favor, no me dejes volver a esa rueda que gira y me atrapa en sus grietas y con cada vuelta que da, me golpea, yo quiero salir adelante y sé que mi rueda rodará mejor sin piedras en su camino... ¡Ayúdame! Te necesito más que nunca. Sé lo que quiero pero aún estoy muy débil, mi deseo se sostiene por interacciones débiles, aún le falta madurar y fortalecerse, sé que es un proceso largo, no me dejes caer...